lunes, 28 de noviembre de 2011

LA COMIDA EN MÉXICO



Texto y fotos: Julie Sopetrán

Hablar de la comida en México, es una auténtica fiesta de sabor, aroma y color. Su contenido es tan amplio, que necesitaríamos muchas páginas para comentar. Daré mis impresiones de una forma sencilla para que el lector, no mexicano, lo asimile y me acompañe a la cocina o a la mesa.
Recuerdo, cuando llegué por primera vez a América,  en San Francisco, fui con unos amigos, a un restaurante mexicano. El camarero dijo que tenía tortillas. Yo, pensando en mi tortilla española, pedí que me trajera una tortilla y los demás comensales pidieron todos muchas tortillas. Yo esperaba mi tortilla española, una, y cual no sería mi sorpresa al ver la diferencia entre una y otra, claro, después pedí más.


Si soy sincera, me costó acostumbrarme a los distintos sabores y más a sentir el picante en el paladar, pero una vez que te acostumbras, luego no puedes dejarlo tan fácilmente.

Todos sabemos que el maíz es originario de América, se cree que desde hace diez mil años, lo fue como objeto de culto religioso. Los indígenas ya lo trataban como algo esencial en sus vidas. Dicen que antes de cocinarlo lo calentaban con su propio aliento y cuando se caía un grano al suelo, lo recogían con gran devoción y no permitían que se desperdiciase, así impedían que los dioses se ofendieran produciendo hambre o grandes sequías. Cuando me lo contaron, esto me hizo recordar que en España, yo recuerdo cuando era niña, mi padre recogía el pan que veía en el suelo, lo daba un beso y se lo guardaba en el bolsillo...


Así el chile, la calabaza, el fríjol, los guajolotes, el maguey, el nopal, el arroz, las papas,  el cacao y muchos más productos, puramente mexicanos, están llenos de historias sorprendentes.
Pero, uno de los sabores que recuerdo y no puedo olvidar, es el café de puchero, humeando a la entrada del comedor del restaurante en las mañanas...



Por ejemplo, el cacao era tan valioso en el mundo prehispánico que se usaba como moneda de cambio, además se tomaba molido con agua y mezclado con maíz y miel de abeja y vainilla.  Del maguey, según afirman los códices antiguos, se hacía la bebida de los valientes como es el pulque. Dicen, que en México todo sabe bien con salsa de chile, que ha sido siempre muy preciado por sus propiedades digestivas, siendo el condimento esencial de la comida mexicana. Del nopal, se hacen deliciosos platos tanto de sus hojas como de su fruto, la tuna, se sabe que calma el hambre y la sed a los que habitan en lugares desérticos. Huitzilopoztli, es el dios del nopal. Su nombre significa "colibrí zurdo", era un dios guerrero...



Con el maíz se hace, además de sus famosas tortillas, los nachos, las quesadillas, los tacos, las enchiladas, papadzules, chalupas, tlayudas o tasajos,  chilaquiles, burritos, enchiladas y un largo etcétera que, según la región, puede tener un nombre diferente.  
El maní aderezado con chile y rociado con cal, es un alimento muy común. El pibil que es una carne adobada envuelta en especias y hojas de plátano. El poc-chuc, son unas rebanadas de carne de cerdo marinado en naranja agria y salsa de achiote. El achiote se usa en Yucatán, es una semilla de color rojo que se mezcla con varias especias y se forma una pasta que sirve para condimentar aves, pescados y carne de cerdo.  Casi todos los platos han de ir acompañados de fríjoles y arroz y también se usa mucho la calabaza y el queso.


En México, existen más de setenta variedades de fríjol, legumbre que según los historiadores, se cree que existió en México desde hace más de seis mil años. Los conquistadores lo trajeron a España, porque el fríjol es muy rico en proteínas. Y aquí lo conocemos con el nombre de alubia o judía.
La gran variedad de platos que podemos saborear en México nos lleva a distintas ciudades... Por ejemplo a Tonatico, Estado de México, donde se comen los mejores tamales de fríjol con mole. El mole le da fama a Puebla, es una salsa con varios ingredientes que se cocina con el guajolote o pavo. Se dice que una monja del convento de Santa Rosa, mezcló varios chiles y condimentos en un metate, y así surgió el mole. Otras versiones dicen que fue la Madre Andrea de la Asunción, allá por el siglo XVII, en una celebración,  dicen, que la receta original contenía un centenar de ingredientes. Lo cierto es que el mole poblano tiene aromas de convento y se hace, eso sí y que no falte, el chocolate, la canela, las pasas, el perejil...


Pero son los Chiles en nogada, los que le dan fama a Puebla. Nosotros lo llamaríamos pimiento relleno de un guisado de picadillo, carne de res y puerco mezclado con frutas, plátano, manzana, pera, melocotón... Todo ello cubierto de una crema de nuez perejil y granada. Lleva impregnado, además de un vino dulce, los tres colores de la bandera mexicana, blanco, verde y rojo. Es por ello que es un plato de alta cocina y se puede encontrar en cualquier estado de México. También tiene olores y sabores de convento, ya que su creación, se le atribuye a las monjas clarisas del convento de Santa Mónica. La receta se hizo para agasajar, a Agustín de Iturbide, cuando volvía de firmar en el estado Veracruz, la independencia de México.


No cabe duda que cada receta tiene su historia, su leyenda. Y si alguna cocina existe rica en el mundo, es la cocina mexicana, patrimonio de la humanidad, plena de riqueza y buen hacer.
En Veracruz, Sonora y Guerrero, se come un pescado muy rico, el cazón, que es un tiburón pequeño que se cría en agua salada, es una comida deliciosa que la preparan adobada con tortilla de maíz.
En Jalisco y en Michoacán, también hay un pescado blanco delicioso que procede del lago de Chapala y del lago de Pátcuaro. Y también los famosos charales que son peces pequeños que se sirven secos, curados al sol y a veces enchilados y se comen de aperitivo.


En Yucatán una de las comidas típicas es el venado lo preparan en barbacoa con chile, rábano, cilantro, jugo de naranja y sal.
En Chiapas se come la carne de ocelote (tigre).  En Chiapas, Oaxaca, Veracruz, Morelos y Guerrero se come también la iguana, le quitan la cabeza y extremidades. Los indígenas huaves, conservan una tradición, dicen que las atrapan vivas y las dejan colgadas y amarradas hasta que pasa una estrella fugaz, ellos creen que es la cola de la iguana, entonces la matan y la guisan. Y es un honor ofrecerla como ofrenda en el día de muertos.
Yo esto no lo he probado pero sí probé los chapulines, que son los saltamontes, en la casa de una amiga en Puebla, los pusieron asados con chile y cal y no estaban tan malos. Dicen que estos chapulines tienen bastante calcio y proteínas. No cabe duda que en las costumbres de comer, no hay nada escrito. En algunos mercados sí que vi los famosos gusanos de agave o maguey, las larvas de la polilla se incluye en las botellas de tequila... También podemos encontrar las hormigas y las avispas en los mercados de Zacatecas, Hidalgo, Veracruz, Puebla... En Puerto Escondido, recuerdo que vendían la miel con avispa zapotana  o guarachuda incluida.




Pero lo que puedes comer en México es un buen marisco y lo que recordarás toda tu vida es la exquisita langosta y  los camarones.
Entre esos platos típicos me encanta el guacamole, he recorrido la parte de Uruapan, donde los árboles aguacateros ofrecen un paisaje espectacular, son árboles grandes, limpios, anchos, hermosos. Y como ya sabemos este exquisito plato se hace con aguacates.
Los tamales, son imprescindibles en la comida mexicana. En cualquier parte. Hacerlos lleva mucho trabajo. Es una masa que lleva como ingredientes caldo de pollo, harina, manteca de cerdo y sal. Esa masa se envuelve en hojas de maíz que han tenido que ser remojadas con anticipación unas tres horas. Se rellenan dentro de la masa y la hoja con pollo desmenuzado, carne de cerdo, mole, pipían , queso, salsas etc. Se envuelven y queda un paquetito como de 10 cm. de alto y 5 de ancho. Luego se ponen en una olla exprés o vaporera y se comen calientes, quitándoles la hoja de la envoltura. Y la verdad es que están riquísimos.


También existen las corundas, el churipu en Michoacán que son tamales de ceniza... Y muchos más variedades de la misma familia de los tamales.
Pero si un plato me encanta son las carnitas de puerco al estilo de Michoacán... Y que suelen venderlas en la calle para comer recién hechas con su tortilla. Son innumerables los platos que vienen a mi mente, el pozole, el cabrito, las salsas tan variadas.
Si me preguntaran qué comida prefiero de México, he de recordar con verdadero placer culinario, los tacos al pastor. Las frutas a las que me dedicaré otro día, como mi preferida, la sandía, la piña, la papaya, las uvas...



Y otro día os prometo hablar de las agüitas y de los dulces de este amado país. Y para terminar, les dejo una receta mexicana que yo hago mucho en casa, porque desde que conocí la cocina mexicana, tengo que desayunarme una que otra vez unos huevos rancheros, que sería imposible cocinarlos bien sin la salsa cien por cien mexicana. Eso sí para elaborar la receta necesitamos un molcajete como el que nos muestra Deborah, la que fue mi guía turística en uno de mis viajes.



Esta receta se la debo a mi amiga Verónica de Jalisco. Os la dejo para que ustedes la hagan en casa, claro, siempre que les guste lo picante. Pero la pueden hacer al gusto.
En una sartén vieja ponen cinco o seis tomates maduritos a asar, les van dando la vuelta hasta que estén blanditos y bien tostados, no le quiten lo negro de la tostadura. Una vez asados los ponen en la licuadora y añaden uno, dos o tres jalapeños, depende de cómo lo quieran de picante. Lo trituran un poco, que quede la salsita no muy troceada y lo vierten en un recipiente. Tendrán salsa natural mexicana en casa para cuando quieran usarla al estilo de México. A mi me encanta. Buen provecho.

Nota: Los jalapeños los pueden encontrar allí donde venden productos mexicanos.

lunes, 14 de noviembre de 2011

QUÉ LINDO ES JALISCO


Texto y fotos: Julie Sopetrán




Jalisco es tan lindo como lo expresa la canción que cantaba Jorge Negrete.

"Y me gusta escuchar los mariachis,
cantar con el alma sus lindas canciones,
oír como suenan esos guitarrones
y echar un tequila con los valentones
 
¡Ay, Jalisco no te rajes!
me sale del alma gritar con calor,
abrir todo el pecho pa' echar este grito:
¡Qué lindo es Jalisco, palabra de honor!"

Jalisco está  formado por ciento veinticinco municipios distribuidos en doce regiones.  Guadalajara, conocida también con la abreviatura GDL, es la capital del estado y está localizada en lo que se llamaba Valle de Atemajac, en la parte occidental de México.  Atemac significa: piedra que bifurca el agua. Atl (agua) tetl (piedra o cerro) maxatli (bifurcar).

Ay Jalisco, Jalisco, Jalisco, Jalisco
tú tienes tu novia que es Guadalajara

 

En este valle se fundó la ciudad de Guadalajara en el siglo XVI. El 14 de Febrero de 1542, después de haber intentado fundarla en tres asentamientos anteriores, quedó definitivamente establecida donde hoy se encuentra. Nuño Beltrán de Guzmán, fundó la ciudad de Guadalajara con sesenta y tres familias españolas, seis extremeños, quince portugueses, dieciséis castellanos, once vizcaínos, trece andaluces y nueve cántabros montañeses.
Es un valle no demasiado profundo, rodeado de cerros, al oeste la Sierra Primavera, al este y al sur el Eje Neovolcánico y al norte la Barranca de Huentitlán. Entre las muchas luchas, que también existían entre los conquistadores, Nuño Beltrán de Guzmán, se convirtió en un enemigo acérrimo de Hernán Cortés. El uso y el abuso del poder que le otorgó el rey Carlos I de España, nombrándole gobernador de la provincia del Pánuco, entre otros cargos influyentes, le hizo cometer bastantes errores. Nuño Beltrán no sólo usó, también abusó del poder. Algunos historiadores dicen de él que fue "aborrecible, o el más perverso gobernador de la Nueva España". Y el mismísimo Fray Bartolomé de las Casas lo llamó: "gran tirano".


La palabra Guadalajara, es árabe y significa "Río de piedras". ¿Por qué le pusieron este nombre a la capital de Jalisco? Sencillamente porque su fundador Juan de Oñate, así la nombró en honor a su conquistador: Nuño Beltrán de Guzmán, que nació en la Guadalajara española en 1490. Es curioso que el territorio conquistado por Beltrán luego se llamaría Reino de la Nueva Galicia, gracias a Juana I de Castilla, que entonces gobernaba por ausencia del emperador Carlos I de España y V de Alemania. Ella conocía ya los abusos sangrientos y vengativos de Nuño de Guzmán que decidió enjuiciarlo, le quitó el gobierno y la provincia y lo llevó preso con grilletes al Castillo de Torrejón de Velasco, (Madrid) en marzo de 1544, y allí murió. Algunos historiadores, quieren adjudicar la conquista a Cristóbal de Oñate. Tal vez por los abusos de poder del malvado conquistador Nuño. Yo que soy de un pueblo de la Guadalajara española, no me agrada encontrarme con semejante compatriota en el recuerdo. Aunque afortunadamente el tiempo ha pasado y las dos ciudades están hoy hermanadas.


La región conquistada estaba habitada por indígenas, entre los que se encontraban las tribus cocas y huicholas o huicholes que habitaban la Sierra Madre Occidental, Jalisco, Nayarit, Durango y Zacatecas. Antes de la llegada de los españoles, los mexicas llamaban huichol a los wixárikas en forma despectiva.
Guadalajara, conocida también como "La Perla de Occidente" o "La Perla Tapatía" o "La ciudad de las Rosas", está situada en este gran llano situado a unos mil quinientos metros sobre el nivel del mar. Hoy es la segunda ciudad más poblada de México.


El acerbo cultural de esta ciudad es conocido en el mundo entero, no sólo por la Feria Internacional del Libro más importante de habla hispana, sino porque el Papa Paulo III, autorizó establecer en Guadalajara, el obispado de la Nueva Galicia, en el año de 1560. Y más tarde, en 1791, se fundó la Universidad de Guadalajara y su sede fue el excolegio de Santo Tomás. Está considerada como la ciudad del futuro, el valle del silicio mexicano por ser la capital de la informática y el desarrollo tecnológico. También durante este año, Guadalajara es la sede de los Juegos Panamericanos de 2011.


El mariachi, el tequila, la charrería, son los iconos representativos de México, verdaderos símbolos del carácter típico mexicano, y los tres se encuentran en Jalisco. A los nativos de Guadalajara se les conoce con el gentilicio oficial de tapatíos. El origen de la palabra tapatío es náhuatl, significa "que vale por tres".




Los Mariachis, nacieron con la cultura mestiza y existen desde 1500 más o menos. Es un acercamiento entre músicas nativas y coloniales. Fue especialmente el franciscano Juan de Padilla, en Cocula, quien enseñó, a través del cristianismo, la música española.
Los pueblos indígenas incorporaron el violín en sus grupos e incluso los construyeron con una madera llamada palo de colorín. Más tarde, añadieron la guitarra y el indígena Justo Rodríguez Nixen, inventó la vihuela con un caparazón de armadillo. Luego el guitarrón, usaban tripas de animales como cuerdas de tan grandote instrumento. La percusión mestiza y melódica, así como el baile español, se mezcló con la música nativa, y así nació el fandango que se hizo muy popular llamándose después mariachi. Luego recibió otro instrumento: el arpa. Y en la parte sureste de México, también se incluyó la flauta para interpretar el huapango. En Nayarit, Jalisco, Guerrero, Michoacán, se escuchaban estos acordes que cada día se iban haciendo más populares. Acordes que allí donde se escuchan, representan la alegría de México.

El tequila es una bebida cien por cien mexicana, pero especialmente de Jalisco, que se conoce en todo el mundo. El tequila se hace con el jugo del agave azul, puede ser incoloro o coloreado. El agave es una planta antiquísima oriunda de México, mesoamérica, hay muchas variedades y se las conoce también como magueyes o mezcales. Según la tradición, dicen que el tequila se descubrió gracias a un rayo que cayó a la planta de agave y desgajó su corazón e hizo que ardiera por algunos segundos, así los indígenas observaron que de su interior brotaba un delicioso y aromático néctar. Lo bebieron con gran reverencia y sintieron que era un milagroso regalo de sus dioses.  El proceso de destilación lo aprendieron de los españoles. En el paisaje de Jalisco se admiran estos campos de agave que a mi me cautivaron por su color azul grisáceo. Hay varias clases de agave o maguey, de alguna de estas variedades se hace también el mezcal en el Estado de Oaxaca.


Es un placer visitar Guadalajara, pasear por sus calles llenas de gente, sus terrazas, adentrarse por el centro histórico o visitar los murales de José Clemente Orozco en la capilla del Hospicio Cabañas. Caminar por el Parque Morelos, la Avenida Hidalgo, el Palacio de Gobierno, la Plaza de los Fundadores, el teatro Alarcón o Degollado... La Catedral y el viejo seminario de San José, hoy museo. Sus gentes son acogedoras y amables. Es un gusto dar una vuelta a la ciudad en uno de los autobuses con terraza y admirar sus monumentos, como la diosa  Minerva esculpida en bronce  en la glorieta de las Avenidas de López Mateos y Vallarta, es la fuente más grande de la ciudad donde el agua brota como si fuera brisa. Las diecisiete columnas de los hombres ilustres... El monumento a la Madre, al Maestro, a la Independencia, a la Madre Patria...

Jalisco es esa joya de variedades que deslumbran y que no debemos dejar de contemplar hasta envolver nuestra alma en su belleza. He visitado este lugar tres, cuatro veces y, siempre encuentro un motivo para volver o hacerla eterna en mi corazón.
¡Ay, Jalisco no te rajes!
me sale del alma gritar con calor,
abrir todo el pecho pa' echar este grito:¡
Qué lindo es Jalisco, palabra de honor!

lunes, 27 de junio de 2011

LAS ROSAS: EL PRIMER CONSERVATORIO DE AMÉRICA

                                                                     

Texto y fotos: Julie Sopetrán


Tal vez fue Fray Junípero Serra, quien primero llevó la música a América en 1749. Esa era la idea que yo tenía, hasta que llegué a Morelia. Junto a la barroca iglesia de Santa Rosa de Lima, se encuentra el famoso Conservatorio de Música de las Rosas. Fue en el año de 1743, cuando se fundó, en la ciudad de Morelia, conocida también como la antigua Valladolid, el Colegio Santa Rosa de Santa María, así nace el primer Conservatorio de América.  Después de tantos años, y en el mismo lugar, se sigue conservando esta institución, nacida de aquellas influencias de las escuelas de música en Europa durante el siglo XVII. Por ello, Morelia, en México, ayer y hoy es la ciudad de la Música.

El Conservatorio de las Rosas conserva el privilegio de ser el lugar donde se escribió la primera sinfonía del nuevo mundo, compuesta por don Antonio Sarrier. ¿Quién no ha oído nombrar a Los Niños Cantores de Morelia? ¿Qué turista que visite esta hermosa ciudad, no se ha adentrado en el Conservatorio y ha escuchado y sentido los acordes de un chelo entre sus muros? Muros que fueron del convento dominico de las monjas de Santa Catalina de Siena (1590-1738) Monjas Catarinas, dedicadas a la educación especial de la mujer, como eran las mujeres indígenas y las mestizas, las criollas y las que llegaban de España.  El Obispo Fray Alonso Guerra, promovió y realizó la fundación de este convento de Santa Catalina, conocido como el conjunto de Las Rosas.Según el padre franciscano Fray Juan de Serpa, el convento en el siglo XVII, albergaba unas veinte monjas de las cuales diez eran madres profesas y once eran novicias de velo.

Estudiante practicando en el patio.

El nuevo obispo fraile Marcos Ramírez de Prado, sacó de la pobreza a las monjas. Aunque también dicen que había un Santo Cristo, muy milagroso, la gente acude o acudía a pedirle en sus necesidades, conocido como “El Cristo de las monjas” al que cada semana se le ofrecía una misa cantada. Estas monjas tomaban el hábito a “título de músicas y buenas voces” las monjas recibían su certificado especial, no sólo por ser aptas para el Choro, algunas eran “bajoneras”, otras se recibían de organistas, solfeo, violinistas, canto… Eran tan expertas en música, que el obispo Ramírez de Prado ordenó que: “a la monja que hiciera el oficio de vicaria de coro se le den treinta pesos en cada un año, para papel de chanzonetas, aderezo de guitarras y otros instrumentos necesarios y gastos que se oficien en el dicho Choro… porque cada día va en aumento la música, de que tanto se sirve Nuestro Señor y a los fieles se aumenta la devoción”.

La vida de estas monjas era ejemplar y su dedicación además de educar a los niños y a las jóvenes, su vida estaba vinculada de alguna forma a la música sacra y el canto litúrgico. Las monjas se trasladaron a un nuevo convento en 1738, en la misma ciudad de Morelia, el lugar todavía hoy es conocido como “las Monjas”.Fueron muchas las actividades que se realizaron después en este lugar, según cuenta la historia. La educación de la mujer fue siempre el objetivo central. Pero sobre todo… la enseñanza de la  música. Después de muchos proyectos, el Obispo Matos Coronado, quiso comprar a las monjas el edificio, que en su momento estaba habitado por un carpintero, que ocupaba el lugar, bastante ruinoso. Las monjas quisieron regalárselo al Obispo, pero éste lo adquirió por seis mil pesos mexicanos.

El Obispo murió  y fue la rectora, vicerrectora y secretaria del colegio, las que protegieron el lugar. Con aprobación del cabildo, quedó durante veinte años, como superintendente y protector, el canónigo don Francisco Xavier Vélez de Guevara el que protegió distintas comunidades que por allí pasaron. Son muchas las curiosidades de este lugar, como por ejemplo, para el ingreso en el colegio de estas mujeres que oscilaban entre los 15 y 25 años, deberían hacer un informe de “pureza de sangre”, para probar legítimamente que eran de origen español las ingresadas.  

Cuando murió el obispo Vélez de Guevara, se convirtió en escuela pública, aunque se seguía pagando un pupilaje. Según las investigaciones del maestro Miguel Bernal Jiménez, (1930), la Escoleta de Música del Colegio de Santa Rosa de Santa María, es la primera de América. Ya que el canónigo Francisco Xavier Vélez de Guevara, a su muerte, legó al colegio la cantidad de cuatro mil pesos a condición tener en esta Escoleta a dos maestros, como mínimo, peritos en el arte de la música para impartir tal enseñanza.  Fue él el fundador de dicha escuela. Su mayor esplendor fue de 1767 a 1783,  el colegio superó después varias crisis, pero ahí quedan los nombres de los grandes profesores de Las Rosas, como fueron Cipriano José González de Aragón, maestro de órgano.  José María Rivero, maestro de canto y música. Francisco Téllez de la Bárcena, profesor de música, José de Echeverría, José de Alfaro…

 

Sin dejar de lado grandes compositores, como Francisco Moratilla, Rodil y Sarrier, entre otros muchos. Igualmente podríamos enumerar alumnas de música que sobresalieron a las que llamaban “rositas”.También quedaron muchas partituras en el archivo y 64 obras completas y varias incompletas que abarcaban diferentes géneros, como misas cantadas, arias, coplas, motetes, oberturas, dúos, coloquios…Bernal Jiménez fue muy criticado al llamar a Las Rosas, el primer conservatorio de América, pero así lo confirman los hechos. Después todo siguió siendo difícil, pero mantuvo siempre su espíritu musical a pesar de sus muchas historias. Dedicaremos otro espacio a esos niños cantores de Morelia.

 

Hay una leyenda, entre las muchas  que existen de este lugar, que no puedo pasar por alto.Dicen que en el patio del colegio, en su jardín, había una legión de traviesos duendes, habitaban entre helechos y plantas que las monjas cuidaban. El padre capellán quería eliminarlos a todos, pero eran tan atrevidos que destrozaban las plantas, arrancaban de cuajo las cebollas y no dejaban las flores en paz. Estos duendes se adueñaban de todo y decidieron no dejar dormir a las monjas. Todas las noches hacían travesuras por los pasillos.
¿Qué hacían? Escrito quedó en los anales del convento. Saqueaban la despensa a su antojo y medida. Ruidos y más ruidos… La Madre superiora se levantó una noche enfadada para enfrentarse a los diminutos alborotadores. Según nos cuenta don Francisco Alcocer Sierra, gran estudioso de leyendas, “seis ridículos enanitos llevaban en hombros una enorme conservera de Talavera de la Reina, rasada de añeja tirilla de durazno que se habían robado de la alacena”. Todo era una orgía de chocolates, naranjas, guayabas, turrones y hasta vino de membrillo que las monjitas habían elaborado para los momentos especiales. La Madre Superiora, como os decía, se lanzó a la persecución y atrapó a uno de los duendecillos… Había pensado bañarlo en agua bendita para que Dios lo purificara o lo castigara a su antojo. Pero el duendecillo, muy listo él, pidió clemencia a la Madre y le dijo que si lo dejaba libre, él y todos los duendes del convento, en vez de destrozarlo todo, lo iban a cuidar con mucho esmero, sobre todo el jardín y la huerta. La Madre Superiora, que era un pedazo de pan, de buena persona, se sintió emocionada por las palabras del duende y lo perdonó. Se acercó a la noria del pozo y lo dejó caer para que quedara libre para siempre. Desde entonces, se comentó por Morelia, que aquel pozo, que todavía existe, tiene un agua muy dulce, muy cristalina y hasta le atribuyen algunas propiedades medicinales.  “El pozo del duende” se hizo popular, sobre todo porque nunca más molestó a las monjitas, ni él ni su numerosa familia. Por el contrario cada día alejan de este lugar las malas energías y siempre, siempre que yo lo he visitado, hay alguna rosa fresca y es que los duendes, por si no lo sabías, son muy agradecidos y cumplen su palabra. Casi puedes verlos mientras escuchas la música de los alumnos y contemplas el jardín del primer Conservatorio de América.


sábado, 4 de junio de 2011

LOS COLORES DE MÉXICO


Texto y fotos de Julie Sopetrán

Mula cargada de flores en Morelos

La primera vez que visité México, me llamó mucho la atención los colores, la intensa luz, las paredes de muchas casas pintadas a lo vivo, la variedad de flores. Entonces supe, que Europa se quedó muy retrasada en jardines, en invernaderos, en cantidades de flores cultivadas. Los jardines indígenas fueron muy anteriores a los que nos ofrece Italia, Inglaterra, Francia…
Mulas cargadas de campasúchil, papayas abiertas sobre las mesas familiares, jitomates, globos, artesanías populares, México además de sabor es color.

Papaya

En Michoacán, conocí la amapola morada, la camelina, el cempasúchil, la fucsia, el crisantemo gigante, la espuelita de varios colores, las blancas y amarillas mascotas, los colores encendidos de las begonias, los alcatraces, los cocomites que sólo abren un día y desaparecen, las nasturcias, las manitas y tantos y tantos nombres nuevos para mí y viejos para los nativos de estas tierras… Como la rosa, los nardos, la flor de Nochebuena, conocida como “cuetlaxóchitl”, usada como colorante, porque teñía de púrpura y amaranto las fibras de algodón. Las dalias, la rosa laurel, llamada también “cacaloxótil”; el girasol, la hierba del burro y las maravillosas orquídeas...  Tantas y tantas flores originarias de México. Original es la rosa de Guadalupe, de color beige y las españolas que allí llaman de Castilla, traídas y llevadas por los conquistadores. El mismo Cortés lo describe cuando habla de los mercados de flores.

Y es que en todos los lugares de México hay flores, en aquellos más pobres y en los más ricos, porque la naturaleza no distingue condiciones sociales.
Las buganvillas están por todas partes. Aunque dicen que la flor más preciada en México es la dalia, a la que los aztecas veneraban, “xicamiti”, planta que, Vicente Cervantes, envió a España en 1784. Pero si alguna flor es originaria de México, es el nardo, tan madrileña, pero aún más mexicana, ya que a España, la llevaron de México.


La orquídea es otra de las flores nativas, pues sólo en Chiapas, existen más de setecientas especies diferentes.  Creo que merece la pena visitar México sólo por contemplar sus flores. No sólo en Michoacán, también en Morelos, Cuernavaca es un auténtico jardín, por la ciudad, cuando yo la visité, volaban las mariposas, tanto en calles como en plazas y jardines. En Puebla, en Tlaxcala, en Oaxaca, en Acapulco, en Guanajuato, en Jalisco y hasta en la misma ciudad de México.

                                                Una de las esculturas mostradas en una calle de Morelia - Día de Muertos

La naturaleza allí desborda su esplendor, yo la siento más pura y conservada que la nuestra. Para observar estos colores de México, sólo basta visitar en Octubre los cementerios, la fiesta del primero de Noviembre con la flor de cempasúchil ya nos cambia la idea tétrica de la muerte. Sin duda el color dorado transporta más allá de la luz, los pétalos haciendo caminos en los portales, en las calles, en las casas, es una verdadera orgía de vida y esperanza.

Figuritas de dulce mostradas por Doña María del Carmen en Santa Fe de la Laguna (Michoacán)

Monctezuma entabló una guerra al cacique de Tlachquiauco Malinal, porque le negó una flor de tlalixquixóchitl…
En 1428 – 1440, durante el gobierno de Izcóati, en Chapultepec ya existían jardines sabinos y ahuehuetes, tal vez por ello, las flores son no sólo el color sino la ilusión y la alegría de las gentes de México.

Guanajuato uno de los 17 jardines que representan a diversos países

Coatlicue es la diosa azteca de la tierra y la fecundidad, su nombre en nahuatl significa “Señora de la Falda de Serpientes”. Su falda estaba hecha de serpientes y su collar ostentaba los corazones de las víctimas sacrificadas. Es un mito muy curioso. Era una diosa feroz, sedienta de sacrificios humanos, se asemejan sus garras afiladas al jaguar, el animal sagrado.  Su figura es antropomorfa, las serpientes la cubren y simboliza también a la humanidad. Se encontró en 1790, su monolito que fue hallado en el Zócalo de la Ciudad de México, en el lado sur del Palacio Nacional a una calle del templo de Tezcatlipoca.

La diosa azteca Coatlicue

Uno de los primeros jardines de México fue el de Texcoco, data del siglo XV, Netzahuelcóyoti, lo mandó construir en la roca, recreándose en las flores sobre los quinientos veinte peldaños de la escalera que, este rey poeta de los alcolhúachichimecas, mandó construir en la roca. Podemos imaginar la exhuberancia de aquellas plantas y la variedad de colores adornando las cascadas, las terrazas, los mármoles y cada rincón de este lugar mágico…

Jitomates

Lugar de ensueño, como aquel otro jardín del “Cerro de la Langosta” en el bosque de Chapultepec o aquel otro jardín de Xochimilco. Sin olvidarnos del Señor de Ixtapalap, o el de Huaxtepec y tantos y tantos rincones de las aldeas donde nunca faltan las flores.

Alcatraces o calas

Reconozco que me encantan los alcatraces, lo que en España llamamos calas, para mí son como cucuruchos de nieve a corazón abierto, flor callada, ornamental, de arácea estirpe, parece una flecha tirada al viento de los sueños, es dulce y sensual, flexiblemente acuática, se ven en los mercados como flechas de luz caídas en el barro húmedo de las milpas; es verdad que los alcatraces me dan la sensación de la tristeza, son como la noche o el atardecer, pero sí, a la vez son el día donde se esconde el oro de los presentimientos…

Calaveritas de dulce


¡Oh! Flor, desde tu rostro, se eleva mi espíritu.

¿Y quien guarda tus amores?
Las flores.
¿Qué pasa cuando las miras?
Suspiras.
¿Quién sacia tus embelesos?
Los besos.
Así cuando el jardín canta
al alba de los excesos…
La brisa entona murmullos:
flores que suspiran besos.
Julie Sopetrán





sábado, 21 de mayo de 2011

LA FIESTA DE LA GUELAGUETZA




Texto y fotos: Julie Sopetrán


Oaxaca en náhuatl Huaxyácac, procede de huaxin, que quiere decir árbol leguminoso, guaje, es como una especie de acacia. Y yacatl, significa nariz o cima, por lo tanto tenemos el significado de "En la cima o en la meseta de los guajes". 
En esos bosques  de guajes es donde se fundó la ciudad de Oaxaca.  La parte occidental corresponde al elemento llamado Continental y el Oriente al elemento Istmico.   Son los cerros y picachos los que dan más valor a los valles pintorescos de esta región, las comarcas más definidas son las Mixtecas, el Valle de Atoyac, la Sierra, los valles Coatzacoalcos y los del Papaloapan.
Cuando llegué a Oaxaca sentí algo muy especial, tal vez era el clima, como si una mano de brisas relajara tu cuerpo. No hacía ni frío ni calor era un ambiente templado, subecuatorial, que me hacía flotar en el ambiente. Me encontraba en el mismo corazón de uno de esos valles, el del Otoyac. Lo que más me llamó la atención fue, además de la belleza y las flores, el trato de la gente, las calles anchas y rectas, sus notables edificios, su Catedral, sus palacios, el Templo de Santo Domingo, La Soledad... tantas cosas, pero sobre todo, la amabilidad de sus moradores de herencia mixteca, zapoteca y muchos más "ecas" notables y fascinantes.


Nos invitaron a una pequeña fiesta de Guelaguetza, no era el mes de julio, visité Oaxaca en Noviembre y me hablaron de la importancia que esta región le da a tan significativa ceremonia de danza, baile, canto, reunión de gentes, ofrenda de comidas y exhibición de trajes, hasta más de 400 diferentes, trajes norteños y de las tehuanas bordados todos en hilo o pedrería. No sólo trajes, los rebozos de hilo de seda y una gran variedad de atuendos de cada lugar de esta hermosa región.
También se la llama "La fiesta de los Lunes del Cerro". Dicen que su origen viene de las ofrendas que los nativos hacían a la Diosa Centeótl, que era la Diosa del Maíz y lo hacían allí en el Teocali de los entonces aztecas. El rito consistía en ofrecer una doncella en sacrificio a esta Diosa para así obtener la fertilidad de los campos.  El Teocali estaba situado en las mismas faldas de este Cerro del Fortín, llamado también Daninayaoloani, que quiere decir cerro con una hermosa vista, aunque luego lo llamaron de muchas formas diferentes, como de la Soledad.


Llegaron los monjes franciscanos y los dominicos y destruyeron de una vez el teocali y allí pusieron su iglesia y a la Virgen del Carmen que sustituyó definitivamente a la Diosa Centótl. Aunque en el fondo, las dos todavía ocupan el corazón de Oaxaca. Desde 1932, cuando se celebraba el cuarto centenario de la cédula real que le dio a Oaxaca el rango de ciudad, es cuando comenzó esta fiesta dedicada especialmente a las razas, la celebración trataba de recuperar las tradiciones prehispánicas y desde entonces, no han cesado, cada año se celebra con mayor esplendor esta ceremonia indígena cien por cien, que se llama Guelaguetza. Y es la familia el mayor tesoro de cualquiera de sus danzas, todos están implicados en participar. Guelagutza es una palabra zapoteca que significa: compartir, celebrar juntos algo importante, ofrenda, darte lo que tengo: simpatía, cariño, casa, cooperación, entrañable amor.



No creo que exista en el mundo ceremonia tan colorista, tan íntima, tan llena de calor humano y de alegre sentido de la vida. Y para muestra un botón, si esta miniguelaguetza, era así, ¿cómo sería la original? Pues me dijeron que no sólo se ofrecen bailes,  música, comida, se admiran las bellezas de México y la gracia de la ciudad y de la gente. En 1953 se unieron dos fiestas: la Guelaguetza y las fiestas de los Lunes del Cerro y así fue como quedó marcada en estrecho lazo de convivencia. Luego en el año 1974 se exhibían en el petatillo, que es una explanada natural del cerro.


El Gobernador del Estado, Lic. Fernando Gómez Sandoval, lo inauguró definitivamente como el Auditorio de la Guelaguetza, un teatro al estilo griego, al aire libre que da cabida a más de once mil espectadores. Los jarabes, los cohetes, las marmotas, los platos típicos, el desfile de las delegaciones, todo tiene un aire multicolor, dinámico, las chinas oaxaqueñas, las Chilenas de Pinotepa Nacional, los Sones Serranos, las mujeres de Papaloapan, los Mazatecos, toda la belleza indígena, hace acto de presencia en las calles, los innumerables turistas llegados de todo el mundo, cámaras, voces, músicas se mezclan y las treinta señoritas ataviadas con sus trajes regionales mezclan sus voces hablando un español perfecto y un lenguaje indígena impecable dando realce al origen de sus raíces, no se sabe cual de las treinta lo hace mejor.


Así me comentaban mientras yo disfrutaba de un folklore delicioso en esta imitación tan original de un día festivo e inolvidable. Después de la disertación, el pueblo aplaude, me cuentan. Es la belleza indígena en competición amable, se da a conocer la ganadora y comienzan las cuatro representaciones de Bani-Stui-Gulal, una especie de teatro histórico. La Danza de los Guerreros Jóvenes; la Danza de las Vírgenes; los Cuatro Vientos de la Muerte; y el sacrificio de la Diosa Centeótl. La Danza de la Tortuga, de los huaves de la región del Istmo... En la segunda parte se representa el cuadro de la religión católica y su lucha contra los dioses de piedra. Aquí admiramos la Danza de la pluma, que es la escenificación de la lucha entre Moctezuma y Cortés, visualización de los pueblos del valle de Oaxaca.



La tercera parte habla de la independencia de Oaxaca, se exhiben juegos, escenas del campo, de los trabajadores, de la vida cotidiana. Y aquí contemplamos la imaginación del pueblo con su danza de la Flor de la Piña y su esplendida coreografía moderna. El último acto es tal vez el más bello, los trajes regionales, cada valle exhibe su color, su encanto, su plástica, su poesía... Se acaba con una exhibición de fuegos artificiales, cohetes chiflados, bombas crisantemo, castillos con letras, ruedas cantarinas, y mientras tanto no falta en ningún momento la comida: las entomatadas, los tasajos asados,  los tamales hechos con hojas de plátano, totomoxtle, del atole, las enfrijoladas, el tejate, nicuatole, la cecina enchilada, las quesadillas, dulces de nieve, el chocolate atole, el mezcal y no hay que olvidar las memelas de asiento de las frituras de carne de puerco y los dulces, como las trompadas, pepitorias, pirulñís, turrones y mamones, cocadas, gollorias, jamoncillos de coco...


Se siente en cada calle lo natural indígena en abrazo íntimo con el mestizaje. Los cinco sentidos se avivan, la marimba, la chirimía,  las mañanitas, el canto, el rezo, la Tortolita Cantadora, los zapateados de las chilenas, los coros de la canción mixteca, la orquesta sinfónica que nos remansa y alegra los oídos con esa armoniosa prosodia de sus dieciséis lenguas diferentes, contándonos sus historias y mitos. Es el olor que se aviva, el humo del copal, el perfume de las flores, los frutos paradisíacos, el olor de la gente tan cercana... Es la vista que celebra la vida, los trajes chinantecos o ixcatecos, todos diferentes, sus penachos, sus telas multicolores,  las artesanías, los danzantes, las vestimentas, los actos religiosos, los enormes muñecos de tela y cartón, los gigantes y cabezudos, la calenda infantil, las mujeres de los mercados, el barroco, los paisajes...Es el tacto que fluye sólo con pisar su tierra, los callejones, las calles, la brisa que te envuelve, las texturas del arte, el corazón que late más fuerte y más dulce, la mano y el abrazo.


Lo que fue Convento es Plaza de la Danza, desde las seis de la mañana, va llegando la gente, a las diez ya está todo lleno, llegan las autoridades, todo un día de gozo y por la noche la leyenda... "Donají..." la princesa zapoteca que se entregó en calidad de rehén a los mixtecas para que hubiera paz en los Valles Centrales. Ella fue fiel a los suyos, atacan, la rescatan, la decapitan los raptores y queda el amor de su vida el príncipe mixteco Nucano. El mes de Julio no terminará nunca en el tiempo después de haber vivido esta fiesta y haber sentido el trato amable de las gentes de estos valles. Después de haber oído todas estas cosas, yo pensé que Oaxaca tiene todas las virtudes para ofrecer al mundo un alto nivel de calidad de vida. Por algo es una ciudad, un lugar Patrimonio de la Humanidad, y por algo me sacude la idea de volver, para vivir esta fiesta al rojo vivo, en cualquier otro momento, pero que coincida con esta fiesta de la Guelaguetza en el mes de Julio. Me lo he prometido.
Adjunto el link que uno de los lectores de esta página, Heckennedy, me ha enviado y podemos ampliar en el video y la información adjunta, el conocimiento de esta incomparable fiesta para posibles visitantes.

http://www.guelaguetza2011.com/